El Cruzamiento



Una vez concluida se presentará el que le ha de armarle caballero y le interrogará si está dispuesto a la investidura. Ante la respuesta afirmativa le ayudará a calzarse las espuelas, y le ceñirá la espada.

Una vez concluido todos los preparativos previos, y con la espada desenvainada se trasladará, si hace falta, al lugar de la ceremonia donde procederá a realizar un juramento triple: no dudar en morir por su ley (fe cristiana), por su señor natural, y por su tierra. Juramento que a veces se obviará más tarde.

Juramento del Caballero


JURAMIENTO DEL RITO ANTIGUO
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 De rodillas, Yo juro proteger a mi señor y mi feudo, servir al bien de ambos, aunque me cueste la vida. Serviré fielmente y con honor, por el lapso de diez años. Yo doy mi palabra, por este símbolo de mi posición en la Corte de [Nombre], para mantener este juramento, a menos que la muerte me reclame. Puedan mis compañeros rechazarme si miento.


Una vez pronunciado el juramento se le da la pescozada, para que no olvide lo que ha jurado.


"No tengas miedo al encarar a tus enemigos.

Sé valiente y recto, para que Dios te ame.

Di la verdad, aunque te acarree la muerte.

Protege al indefenso.

Y no hagas mal.

Ese es tu juramento.

(Y es para que lo recuerdes)"


Al tiempo, los oficiantes y el postulante pedirán Dios no se lo permita olvidarlo. EL penúltimo acto es el beso (en el siglo XII se especifica que es en la boca) que se dan el nuevo caballero y quien le ha dado la pescozada, como símbolo de fe y de paz. Lo mismo hacen todos los caballeros presentes en señal de hermandad.